Talk:Roberto Gavaldón

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Roberto Gavaldón

Nombre completo: Roberto Gavaldón Leyva Lugar de nacimiento: Ciudad Jiménez, Chihuahua, México Fecha de nacimiento: 7 de junio de 1909 Fecha de fallecimiento: 4 de septiembre de 1986 Comentario Filmografía Literatura sobre Roberto Gavaldón Películas sobre Roberto Gavaldón Roberto Gavaldón en WWW


Comentario: Roberto Gavaldón representa uno de los casos más extraordinarios de apreciación ambivalente que haya registrado la historia del cine mexicano. Sus admiradores destacan la refinada calidad de sus imágenes, su impecable manejo de la cámara y su inclinación hacia temáticas oscuras y personajes atormentados. Las mismas características han sido señaladas como defectos por sus críticos, quienes consideran a Gavaldón como un cineasta académico, frío y hasta narcisista, técnicamente correcto pero carente de autenticidad.

Esta valoración contrastante y una mayor atención dirigida hacia la obra de otros directores de la época de oro -como Emilio Fernández, Ismael Rodríguez o Julio Bracho- contribuyeron al injusto menosprecio del que fue objeto la filmografía gavaldoniana durante décadas. El rescate crítico de la obra de Gavaldón es un acontecimiento reciente:

En los últimos años se ha intentando revalorar el conjunto de su obra, que estuvo en buena medida eclipsada por las de Fernández y otros realizadores de la época de oro (...). Vega Alfaro, E. de la (1987). Fichero de cineastas nacionales. En Dicine. México. Núm. 19, p. 22.

Nacido poco antes de estallar la revolución, Roberto Gavaldón vivió sus primeros años en constante movimiento. Su familia se estableció en la ciudad de México en 1919, tras pasar algunos años en Torreón, Coahuila. Aunque existen pocos registros -y múltiples versiones- de sus actividades juveniles, la mayoría de sus biógrafos afirma que el acercamiento entre Gavaldón y el cine se produjo en Los Ángeles, ciudad a la que viajó en 1926 para estudiar mecánica dental.

Se desconocen la manera en que Gavaldón entró en contacto con el ambiente fílmico hollywoodense y los trabajos que llevó a cabo en la meca del cine. Algunas versiones señalan que, al igual que Alejandro Galindo, Gavaldón trabajó al lado del director Gregory La Cava. Sus inicios en el cine mexicano como actor y asistente de dirección parecen confirmar la versión de que ejerció alguna o ambas de estas actividades durante su estancia en Hollywood.

Independientemente de su experiencia hollywoodense, Roberto Gavaldón se labró un sólido prestigio como asistente de prácticamente todos los directores del primer cine sonoro mexicano. Al regresar a México en 1932, Gavaldón entró en contacto con el productor Alfonso Sánchez Tello, quien lo invitó a participar en el rodaje de Almas encontradas de Raphael J. Sevilla. Dos años después, el futuro cineasta asistió a Gabriel Soria en su primera cinta como director, Chucho el Roto (1934). Una década más tarde y con más de cincuenta películas como asistente o codirector, Roberto Gavaldón estaba más que preparado para dirigir su primer largometraje.

Su debut como director fue uno de los más célebres de su tiempo. La barraca (1944), adaptación de una popular novela del español Vicente Blasco Ibáñez, fue elogiada por su fiel y meticulosa ambientación de la vida rural valenciana del siglo diecinueve. Con esta cinta, Gavaldón obtuvo diez premios Ariel, incluyendo los correspondientes a mejor película y mejor director, en la primera ceremonia de entrega de estos reconocimientos.

Durante la época de oro, Roberto Gavaldón fue reconocido por sus cualidades técnicas y artísticas. Su costumbre de repetir las tomas hasta lograr el efecto o matiz de actuación que deseaba le acarreó fama de obsesivo y perfeccionista. De carácter seco y autoritario, Gavaldón imponía un estricto código de comportamiento en los sets de filmación, razón por la que algunos técnicos y actores se referían a él con el descriptivo apodo de "El Ogro". Sin embargo, las antipatías que despertaba su carácter se compensaban con la admiración y el respeto hacia su trabajo. El cine de Gavaldón era sinónimo de calidad y trabajar con él se consideraba un verdadero honor

Además de su extremo perfeccionismo, Gavaldón poseía un refinado sentido de la estética visual que le ayudó a crear varias de las más elegantes e inquietantes imágenes del cine mexicano:

[Roberto Gavaldón] es un gran estilista fílmico mexicano, el que mejor ha dominado la forma, aunque siempre al servicio del contenido. México tiene en su cine, un espejo, o mejor dicho, "un juego de espejos", por lo que es perfecta la definición que le da Ariel Zúñiga, otro cineasta, que es quien mejor lo ha estudiado: "El arte de Gavaldón es esencialmente el de la repetición." Cineasta elegantemente austero, casi abstracto, con un tono enigmático; su cine tiene mucho que ver con el cine negro norteamericano, pero es esencialmente nuestro eterno espejo de obsidiana con el fílmico. Ramón, David (1994). Los 5 directores más mencionados: Roberto Gavaldón. SOMOS: Las 100 mejores películas del cine mexicano. México: Editorial Televisa, S. A. de C. V. p. 58.

Los personajes divididos, ya sea física o psicológicamente, las repeticiones y los espejos -que duplican y a la vez dividen a quienes se reflejan en ellos- son elementos característicos del cine de Gavaldón:

Con pocas excepciones, (...) Gavaldón trabajó con sólo tres temas recurrentes. El primero fue la pérdida de la juventud, manifestada en la laberíntica y obsesiva geografía de las casas de familia de la mayoría de sus filmes. El segundo fue la creciente curiosidad sobre el fenómeno de la otredad, ya sea en la forma de dobles o gemelos o como la búsqueda de una identidad común a la formación de los nacionalismos. Finalmente, el tercer tema fue una marcada obsesión con la muerte, como una preocupación individual y como parte de esta misma búsqueda por la identidad nacional que en México se ha convertido en un culto mítico nacional, y que funciona como una excusa para la complacencia. Podríamos decir que Roberto Gavaldón fue un cineasta obsesivo que se repitió a sí mismo, siempre viajando por la misma ruta mientras buscaba nuevas huellas de su propio ser. Zúñiga, Ariel (1995). Roberto Gavaldón. En Paranaguá, Paulo Antonio [Ed.]. Mexican Cinema. Londres: BFI, IMCINE, CONACULTA. p. 195.

Su inclinación hacia las temáticas oscuras es evidente en La otra (1946), La diosa arrodillada (1947), En la palma de tu mano (1950), La noche avanza (1951) y El niño y la niebla (1953), películas en las que realizó mancuerna con el escritor José Revueltas.

La fatalidad, el destino y la muerte también están presentes en las bellas imágenes de Macario (1959), su película más galardonada, así como en Rosauro Castro (1950) y El gallo de oro (1964), un par de soberbios drama rurales. Para El gallo de oro, Gavaldón colaboró con Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes en la adaptación de un argumento escrito por Juan Rulfo. Con el paso de los años, esta película llegó a convertirse en la favorita de su director.

Interesado desde muy joven en los aspectos políticos de su profesión, Roberto Gavaldón participó activamente en la formación del Sindicato de Trabajadores de la Producción Cinematográfica (STPC) del cual llegó a ser secretario general de la Sección de Directores. Desde allí promovió, junto con Alejandro Galindo, la polémica política de "puertas cerradas" que restringía el ingreso de nuevos directores a la industria fílmica. Esta práctica, diseñada con la buena intención de proteger las fuentes de trabajo de los directores en activo, terminó por convertirse en una de las causas del declive del cine mexicano en los años cincuenta y sesenta.

En el ocaso de la época de oro del cine mexicano, Gavaldón continuó con su actividad fílmica, aunque se involucró más en la política. Como diputado federal promovió reformas a la Ley Federal de Cinematografía que fueron obstaculizadas en la Cámara de Senadores. Es evidente que su poder político era limitado, pues de otra manera no se explica la censura sufrida por su película Rosa Blanca (1961), que fue estrenada hasta 1972.

Su prestigio como director también comenzó a ser cuestionado. En los años sesenta surgió en México una crítica incisiva y revisionista del pasado que consideraba a Gavaldón como un director estático, más preocupado por la forma que por el contenido de sus películas:

A falta de belleza y de auténtica intensidad, virtudes que nunca prosperarían en el cine frío y académico de Gavaldón, "La barraca" tuvo cuando menos el mérito de no ser teatro fotografiado [...] García Riera, E. (1993). Historia documental del cine mexicano III: 1943-1945. Guadalajara, México: Universidad de Guadalajara, p. 196.

A Gavaldón poco le importa lo que narra. Filma sin coraje ni convencimiento. Se muestra exterior a todo. Cuando quiere emocionar prodiga close-ups de Pedro Armendáriz con la boca abierta en estruendoso desafío. Establece con ineptitud sus relaciones de distancia. "Rosauro Castro" es una película inerte [...] Ayala Blanco, J. (1985). La aventura del cine mexicano. México: Editorial Posada, p. 180.


Apreciaciones semejantes condujeron a un prematuro desprestigio del cine de Gavaldón. Su carrera continuó por algunosaños más, ya sin el fulgor del pasado. Su salud se deterioró y su fama se desvaneció casi por completo. Llegada la hora del retiro, Gavaldón prefirió alejarse totalmente de la vida pública y retirarse discretamente a convivir con su familia.

Poco antes de su muerte, la obra de Roberto Gavaldón comenzó a ser revalorada. En 1986, la Cineteca Nacional le otorgó la Medalla Salvador Toscano al Mérito Cinematográfico. Una nueva generación de críticos e historiadores redescubrió su filmografía y se entusiasmó con ella. El "frío academicismo" de sus imágenes fue apreciado como un estilo y se localizaron constantes temáticas en sus proyectos fílmicos más importantes. El nombre de Roberto Gavaldón entró de nuevo a la lista de los grandes directores del cine mexicano.

"Un día acabará el olvido o acabará la esperanza" dice el personaje de Pina Pellicer en Días de otoño (1962). Afortunadamente, para el legado fílmico de Roberto Gavaldón el olvido acabó hace tiempo y se transformó en merecido reconocimiento al trabajo de uno de los grandes realizadores del cine mexicano.