Manuel Machado y Ruiz
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Manuel Machado y Ruiz (Seville, 1874 – Madrid, 1947) was a Spanish poet and a prominent member of the Generation of 98.
He was Antonio Machado's brother. In collaboration with his brother he wrote several plays, such as La duquesa de Benamejí, La prima Fernanda, Juan de Mañara, Las adelfas, El hombre que murió en la guerra, and Desdichas de la fortuna o Julianillo Valcárcel. However, the most famous play by the two brothers is La Lola se va a los Puertos.
Manuel was deeply interested in Andalusian folklore, and some of his poems have structures taken from flamenco music.
The Spanish Civil War dramatically split Spain in two parts and also split the Machado brothers' friendship, as a result of which they embarked on separate poetical and personal projects.
Some of Manuel Machado poems are as famous as these ones:
CANTARES
Vino, sentimiento, guitarra y poesía
hacen los cantares de la patria mía.
Cantares...
Quien dice cantares dice Andalucía.
A la sombra fresca de la vieja parra,
un mozo moreno rasguea la guitarra...
Cantares...
Algo que acaricia y algo que desgarra.
La prima que canta y el bordón que llora...
Y el tiempo callado se va hora tras hora.
Cantares...
Son dejos fatales de la raza mora.
No importa la vida, que ya está perdida,
y, después de todo, ¿qué es eso, la vida?...
Cantares...
Cantando la pena, la pena se olvida.
Madre, pena, suerte, pena, madre, muerte,
ojos negros, negros, y negra la suerte...
Cantares...
En ellos el alma del alma se vierte.
Cantares. Cantares de la patria mía,
quien dice cantares dice Andalucía.
Cantares...
No tiene más notas la guitarra mía.
CASTILLA
El ciego sol se estrella
en las duras aristas de las armas,
llaga de luz los petos y espaldares
y flamea en las puntas de las lanzas.
El ciego sol, la sed y la fatiga.
Por la terrible estepa castellana,
al destierro, con doce de los suyos
-polvo, sudor y hierro- , el Cid cabalga.
Cerrado está el mesón a piedra y lodo.
Nadie responde. Al pomo de la espada
y al cuento de las picas el postigo
va a ceder... ¡Quema el sol, el aire abrasa!
A los terribles golpes,
de eco ronco, una voz pura, de plata
y de cristal responde... Hay una niña
muy débil y muy blanca
en el umbral. Es toda
ojos azules y en los ojos lágrimas.
Oro pálido nimba
su carita curiosa y asustada.
“¡Buen Cid, pasad...! El rey nos dará muerte,
arruinará la casa,
y sembrará de sal el pobre campo
que mi padre trabaja...
Idos. El cielo os colme de venturas...
¡En nuestro mal, oh Cid no ganáis nada!”
Calla la niña y llora sin gemido...
Un sollozo infantil cruza la escuadra
de feroces guerreros,
y una voz inflexible grita “¡En marcha!”
El ciego sol, la sed y la fatiga.
Por la terrible estepa castellana,
al destierro, con doce de los suyos
-polvo, sudor y hierro-, el Cid cabalga.